Y era así hasta ayer. La espuma de afeitado mantuvo el suspense durante unos segundos, pero al retirarla apareció mi nuevo rostro. Un poco viejo, pensé, alopecia importante, ojos de un miel turbia poco acogedor, orejas alargadas, pesadas, hinchadas de años, defectuosas y fuera de garantía…como todo lo demás. No fue ninguna sorpresa, esperaba que sucediera, solo que no sabía cuándo. Si no supiera que soy yo, diría que quien se refleja en mi espejo es la panadera. Sí, porque Marina tiene una pequeña cicatriz en la mejilla del mordisco del Sansón, su perro mastín al que tuvo que sacrificar por agresivo. No, Marina no es gemela de la panadera, ni siquiera son hermanas. Simplemente ya tienen la cara del pueblo. Como yo.
Southbank Londres Abril 2010 |
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